Tu, que me invitaste a dudar de mi.
¿Con que derecho yo así me sentí?
Creyendome en tus rodillas,
callendome como en seda,
deslizandome por tus sienes,
llegando casi a tus pies.
Tu, la que nunca tocó
las puertas del cielo.
Mas si la que lava sus ropas
en aguas de Aqueronte.
Tu, ni haciendote cargo
de un ego incalculable.
Como las estrellas del cielo,
busqué un lugar para ti.
Tenía la mente en blanco.
Quizas los sueños sean así.
Vendiste tu alma diurna,
a cambio de nada.
Prometiendo ser perfecta
como una pared que llora,
caprichosa y derrumbable.
Tus sollozos te invitarian a jugar
si no fuera porque no los oyes.
suspiras cuando con todos,
aún asi te sientes sola.
Ya pasará tu tiempo y diré,
tal vez no quiera que llores.
Pero los ojos traicionan,
a las mentes soberanas.
Un golpe de estado en tus pupilas,
un toque de queda en el pecho.
Una jornada para herir,
y en el descanso dolor lindo.
Vendiste tu cama, tu nariz,
y el polvo que quedaba allí.
Vendiste tu risa a bajo costo.
Vendiste algo de ti.
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