Llueve, y el mar se llena de lo que no abunda. El cielo que inunda soledades, se ahueca en los cráteres del alma. Los cánones de belleza no son más que aquello perdido, la aleatoria coincidencia entre época y apariencia. Mis lágrimas secas hoy no responden se apartan a un costado espectadoras de telones semiabiertos, de grises rayos devorados que solo temen y se abrazan. Es tiempo de sudestadas, de crecidas. De agua al cuello. Llueve, y el cuerpo vulnerable se rinde a las gotas carentes de sentido. Los ojos del alma agazapados han cerrado sus puertas, presos de miradas en cuclillas aguardando funerales. El momento intenta describirse por sí mismo, más se desarma al no encontrarse con palabras. Tan solo el real contraste se sitúa o no, explicándolo todo. Un rostro rígido descansa bajo el peso de las sábanas del tiempo, refugiando toda su vida en el líbido inconsciente de algún sueño. Guarda la desesperada introspección de un abismo, un rostro que al fin y al cabo no dice nada, mas lleva consigo las pálidas imperfecciones cotidianas. La censura de no poder ser libre. La verguenza de haber perdido el valor. La sobredosis de silencios y el calvario, ese que no es más que su ausencia, de un infierno que fué lejano y hermoso. De nada sirve añorarlo ni debatirme entre su sonrisa y la mia. Mi mente ha explotado salpicando todo de razones, como un countdown inmureble de poros en mi piel de extraño. Me hecho de menos. |
uh no ! yo se que estas ahi, de ultima sirve de inspiracion je tq ofiu
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